Retos a los que se enfrentan las escuelas para lograr una educación inclusiva
Primeramente, es
necesario ponernos en contexto con la situación de la que se enfoca el presente
ensayo, para poder entender el contenido del mismo.
Caso de Miguel “quiero tener
amigos”
Miguel y Enrique eran compañeros
de banca; Enrique es un niño muy sociable, es el chico más popular del salón,
siempre está platicando con alguno de sus compañeros al mismo tiempo que
realiza las labores que le asigna la profesora, por eso en ocasiones, la
maestra le pide que ayude a Miguel con sus tareas. Miguel es un niño con
discapacidad intelectual, se distrae fácilmente, por momentos comienza a
hablar, se levanta de su banca, comienza a jugar y en ocasiones se niega a
realizar las actividades que su profesora le asigna.
La profesora
regularmente le pide a Enrique que sea paciente con su compañero Miguel, que lo
apoye en sus labores y que entienda que su compañero necesita apoyo, sin
embargo, un día Enrique se niega por completo a ayudarlo, se molesta y termina
gritándole que es un idiota y que la maestra solo le tiene paciencia porque es
un retrasado, acto seguido, le dio un aventón y lo tiró al piso. Al siguiente
descanso Miguel encontró su mochila en el bote de basura, con un letrero que decía
retrasado y todos sus cuadernos rayados con pluma.
A partir de ese
incidente, el resto del salón se niega a juntarse y convivir con Miguel, se
niegan a hablarle pues la mayoría de ellos se sienten identificados con lo que
Enrique le gritó aquel día. La profesora está muy confundida, no sabe cómo
lograr que el resto del salón conviva, acepte y entienda la discapacidad de
Miguel, y no solo no sabe si convocar a una junta con los padres de familia o
tratar de arreglarlo ella misma, sino que por momentos duda de la estancia de
Miguel en la escuela y piensa en la posibilidad de que lo mejor para él sería
una escuela de educación especial.
Mediante lo anterior,
podemos afirmar que desde el punto de vista del alumno afectado (Miguel), la
situación en la escuela no es la adecuada respecto a una educación inclusiva,
pues no le brindan las oportunidades ni el ambiente de aprendizaje propicio
para desarrollar los proceso de aprendizaje como se quisiera.
La situación de Miguel
es un problema social, que integra distintas personas que influyen en el ámbito
educativo, ya sea de forma directa o indirecta. Conlleva una responsabilidad
por parte de los padres de familia para mantener atención especializada en el
alumno; los docentes deben implementar y adecuar actividades para propiciar
aprendizajes; sus compañeros deberían mostrar apoyo ante su condición y darle
la confianza para sentirse cómodo en su entorno áulico.
Se puede entender la
situación de sus compañeros como una barrera de aprendizaje, pues no permiten
el integro desarrollo de Miguel en las actividades académicas. Booth (2000; p.
9) concibe de la siguiente manera a las barreras de aprendizaje:
“El
término “barreras para el aprendizaje y la participación” se adopta en Índice
el lugar del de necesidades educativas especiales para hacer referencia a las
dificultades que experimenta cualquier alumno o alumna. Se considera que las
barreras al aprendizaje y la participación surgen de la interacción entre los
estudiantes y sus contextos; las personas, las políticas, las instituciones,
las culturas y las circunstancias sociales y económicas que afectan a sus
vidas.”
Muestra también que no
le atienden de acuerdo a la problemática que presenta, en ningún momento se hace
mención de algún USAER que pueda darle asesoramiento a la maestra para
implementar estrategias de aprendizaje propicias para el alumno que presenta
una discapacidad intelectual.
Todo esto provoca que
Miguel se sienta excluido de cualquier entorno social que se llegue a presentar
en la escuela, no es tomado en cuenta para las interacciones que se llevan a
cabo, ni con sus compañeros y tampoco con los docentes o directivos, lo que
puede llegar a afectar bastante en la condición psicológica, emocional y
afectiva del niño en cualquier entorno que se presente.
Miguel tendría razones
suficientes para sentirse ofendido por los comentarios hirientes de sus
compañeros, palparía y sentiría ese rechazo que tendrían todos por causa de
algo que sus compañeros no llegan a entender, no saben las complicaciones que
puede tener dentro y fuera de la escuela. Llegaría al punto tal vez de no
querer volver a la escuela por miedo al rechazo y al maltrato de sus
compañeros.
De acuerdo a Echeita
(2006; p.99):
“No
existe una definición unívoca y compartida… se trata de un constructo que
cumple, más bien, un papel de aglutinador de muchos aspectos diferentes (aunque
complementarios entre sí), vinculados a la tarea de cómo (y por qué) tratar de
alcanzar en los sistemas educativos el equilibrio entre lo que debe ser común
(comprensividad) para todos los alumnos y la necesaria atención a la diversidad
de necesidades educativas derivadas de la singularidad de cada alumno, sin
generar con ello desigualdad ni exclusión”…
Retomando lo anterior,
se entiende que los centros escolares deben mantener una igualdad de
condiciones respecto a la educación para todos, sin dejar a un lado cualquier
alumno que presente alguna problemática como la de Miguel, sino prestar
atención a estos niños con la finalidad de que puedan tener un acceso a las
clases y participación activa en las actividades para motivarlos e integrarlos
como parte fundamental de la escuela.
Es así como la escuela
tiene que recibir a alumnos con problemáticas de diferentes tipos, buscar las
alternativas o adecuaciones curriculares por parte de los docentes para que los
resultados en el aprendizaje de estos alumnos sea eficiente, tomando en cuenta
la situaciones emocionales, que se sientan a gusto con los ambientes de
aprendizaje dentro y fuera del aula.
“El
déficit no es ya una categoría con perfiles clínicos estables, sino que se
establece en función de la experiencia educativa. El sistema educativo puede,
por tanto, intervenir para favorecer el desarrollo y el aprendizaje de los
alumnos con alguna característica «deficitaria»” Marchesi (1990; p.25).
Es aquí donde el papel
del docente entra en juego, pues debe encargarse de adecuar las actividades de
manera individual focalizada para atender a alumnos con problemas o barrearas
de aprendizaje, claro, sin descuidar al resto del grupo y procurando siempre la
integración de dicho alumno, para que su formación no se vea afectada.
Este tipo de alumnos no
deberían verse como una carga o un obstáculo para realizar planeaciones o en la
implementación de actividades, se debe tomar como una oportunidad para innovar
en el campo de la educación y poner a prueba la capacidad de adaptación del
docente ante circunstancias de este tipo.
Se entiende como un fortalecimiento en la práctica docente, que nos dará
nuevas experiencias y fomentará una escuela inclusiva.
“Se amplían notablemente las experiencias
innovadoras en las escuelas en relación con los alumnos que manifiestan serios
problemas en sus aprendizajes escolares”. Marchesi (1990; p. 25). Aporta nuevas perspectivas sobre la educación,
los cambios que deben tener para atender a los alumnos que lleguen cada año y a
fomentar una mentalidad inclusiva en todos los actores de la educación.
En el caso de Miguel, el
que la maestra decida atender las necesidades del alumno e implementar
estrategias que le permitan concientizar al resto del grupo y a los padres de familia
puede obtener resultados favorables para su integración, tanto socialmente como
en lo académico, aunado a el apoyo institucional o externo especializado para
complementar las tareas del docente.
“La
difusión de la información, la participación en estos proyectos de sectores más
amplios y variados, y el apoyo que reciben de las administraciones educativas
de diferentes países amplían sus repercusiones y van creando un clima cada vez más
favorable hacia la opción integradora”. Marchesi (1990; p.26).
Recalco la importancia
de buscar estrategias en las que se tratara de integrar a todos los niños por
igual, si Miguel necesitara apoyo extra se lo diaria después de clases con
actividades para estimular, que le permitieran ir aumentando con más eficacia
su desarrollo intelectual, para lograr un nivel acercado al sus compañeros,
además de propiciar un clima de confianza para evitar que lo hagan sentir
diferente.
Aun así, con las
ventajas de una educación inclusiva, también existen retos o dificultades a lo
largo del camino para implementar este modelo en las escuelas, tal como lo
menciona Marchesi (1990; p.31.):
“Por
el contrario, señalan los críticos, los alumnos plantean problemas cuyo origen está
en muchas ocasiones fuera del marco escolar, p9r lo que el sistema educativo no
va a poder, por sí solo, resolver estos problemas”.
Siendo necesario que se
trabaje en conjunto, en el hogar con los padres de familia, en la escuela con
los docentes y aparte un refuerzo con especialistas sobre la problemática que enfrenta
el alumno, que pueda orientar a los padres del niño sobre las atenciones que
requiere, buscar las mejores actividades para logar aprendizajes, como se
debería tratar al alumno, entre otras cosas.
Es evidente que no toda
la responsabilidad recae en la escuela, para potenciar al alumno en sus habilidades
y capacidades se necesita el respaldo de los actores de la educación antes
mencionados y solo de esta forma se podrá dar seguimiento a la mejora académica
del niño en cuestión. Si no se tienen esas condiciones la tarea del docente y
la escuela se verá fallida.
Citando a Marchesi (1990.p.28)
“La
valoración de los problemas de los alumnos no debe centrarse solamente en ellos
mismos, sino que debe tener en cuenta el contexto en el que el aprendizaje se
produce: el funcionamiento de la escuela, los recursos disponibles, la
flexibilidad de las enseñanza, la metodología empleada y los criterios de evaluación
utilizados.”
Lo que da a entender que
no siempre se van a dar las condiciones pertinentes para llevar a cabo la
inclusión educativa, siempre existirán factores externos e internos que afecten
los procesos de enseñanza-aprendizaje en los alumnos que presenten dificultades
para aprender, lo cual es una limitante para cumplir con los objetivos del
docente.
Concluyo con la premisa
de que el caso tiene posibles soluciones en torno a lo que se exige en la
actualidad, la educación para todo tipo de alumnos sin importar sus
características físicas, sociales, económicas, culturales, etc. Es una tarea
que deben llevar a cabo todas las personas que influyen en el entorno educativo
para que la aplicación de estrategias de aprendizaje e integración sea
exitosas.
También tiene algunos puntos de desventaja pues hay muchos factor
que pueden frustrar la idealización de la escuela como un espacio de integración
de acuerdo al contexto y las situaciones que viva el alumno con dicha
dificultad, no siempre se tienen las condiciones pertinentes para implementar
las estrategias de enseñanza y depende totalmente del trabajo entre la escuela
y padres de familia.
Bibliografía:
BOOTH y AINSCOW. (2000). Índice de Inclusión”.
Edición y producción Mark Vaughan. Centre
for Studies on Inclusive Education (CSIE), Bristol UK.
ECHEITA
Gerardo (2006). “Educación para la Inclusión o Educación sin
exclusiones”. Cap. 3 ¿Por qué hablamos de educación inclusiva? La inclusión
educativa como prevención para la exclusión social. Páginas 88-99.
MARCHESI Álvaro. (1990) “Del lenguaje de la
deficiencia a las escuelas inclusivas”. En el libro sobre “Desarrollo
Psicológico y Educación Vol. 3: trastornos del desarrollo y necesidades
educativas especiales”.
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